Sin armas a las que recurrir, Alonso se precipita contra el primer guardia civil y aferra su fusil con las manos. Aturdido y casi por instinto, el benemérito dispara el arma. La bala estalla contra la pared, algunos perros se ponen a ladrar y el agente del Tiempo suelta el rifle, con las manos quemadas tras ponerse el cañón al rojo. Alonso recula y Julián le atiende; no está herido de gravedad, pero todas las esperanzas de salir de esta casa usando la fuerza o la sorpresa se han esfumado. Los dos guardias os encañonan, y no se dejarán sorprender. Sois conscientes de que tendréis muy difícil escapar sin ayuda del Ministerio.