Alonso actúa con rapidez y aferra al aparentemente poco avezado guardia civil del arma, estrellándolo contra el marco de la puerta. El otro reacciona levantando su rifle, pero el andaluz ya ha sacado su pistola y le encañona a corta distancia.
-Arrojad vuestras armas y viviréis para contarlo.- en el rostro de Alonso de Entrerríos se ve que no es hombre acostumbrado a decir las cosas dos veces ni a dar segundas oportunidades y ambos guardias civiles arrojan sus fusiles al suelo y alzan las manos. Alonso está dispuesto a cumplir su promesa, pero necesitáis salir de aquí rápidamente; no sabéis si hay más agentes cerca y no es año para dejar la vida en la voluntad del gobierno.
-¡Corred!- apremias, y salís a toda prisa por una ventana trasera. Gozáis de cierta ventaja sobre vuestros perseguidores pero, ¿por cuánto tiempo?