-Veníamos para asistir a misa, pero vemos que no es momento de oficio- improvisa Amelia.-. ¿A qué hora habrá ceremonia?

El cura no deja de desconfiar.

-A las seis.- dice, sin dejar de estudiaros uno a uno. Julián exagera una inclinación de cabeza, casi una reverencia.

-Volveremos entonces a cumplir con nuestra alma.

Alonso, bien aprendido el respeto al clero, se despide sentidamente.

-Padre.

Os giráis a la salida y salís, con la mirada inquisidora del sacerdote clavada sobre vosotros. Por desgracia, son unos años en los que las delaciones están a la orden del día y no podéis saber en quién confiar.

Continuad buscando una forma de volver