Os encamináis al carrer del Carme, donde habéis descubierto que vive Francisco Ferrer i Guardia. Es una zona residencial de cierta calidad y prestigio cerca de la Vía Laietana. Amelia conoce bien el barrio. Algunas de sus amigas vivían aquí, o se mudaron al contraer matrimonio. Es inevitable pensar qué habrá ocurrido con ellas, cómo estarán viviendo estos días aciagos. Es para Amelia, nadie lo duda, para quien esta misión está resultando más dura. Subís por la Vía Laietana, zona relativamente segura y donde un grupo de guardias se ha hecho fuerte a la espera de refuerzos.
-Esa es el carrer d´Elisabets- explica la catalana-. Allí esta la Iglesia de San Ignacio- observa la columna de humo negro que asciende entre los edificios-. O estaba.
-Carrer del Carme- lee Julián-. Es aquí.
Llamáis a la puerta y una mujer, en torno a la treintena, abre la puerta hecha un manojo de nervios.
-Déu vos guard- os saluda intentando mantener la compostura- . En què puc ajudar-lo?
-Estem cercant al professor Francesc Ferrer i Guàrdia.- Amelia intenta tranquilizarla con su tono de voz.
-¿Ha vuelto de las protestas?- le pregunta Alonso. Ella niega con la cabeza.
-No, no está en casa.
Algo te dice que es sincera.
-¿Dónde podemos localizarle?- le preguntas-. Tiene algo nuestro, y es de vital importancia que nos lo devuelva.
La mujer se muestra nerviosa, pero parece confiar en vosotros.
-Dijo que se quería reunir con sus compañeros, los profesores, pero no sé dónde- dice-. Y espero que tarde en volver. Hay policía vigilando la casa.
Puede que por eso confiase en vosotros; no sois la pareja que, evidentemente policías de paisano, vigila la casa fingiendo que miran un escaparate de sombreros.
-Tengan cuidado- dice la mujer-. Todo el que haya sido crítico con el poder establecido corre un gran peligro en Barcelona estos días.
Sin mediar más palabra, os cierra la puerta en las narices. Al giraros veis que los policías se acercan a vosotros, echando la mano al bolsillo de sus gabardinas.
-¡Corred!- gritas, y a tus compañeros les parece buena idea. Salís huyendo con los policías corriendo a largas zancadas tras vosotros. Son veloces y no crees que podáis dejarlos atrás.