Os acercáis a la Avenida de Roma, donde se encuentra el acuartelamiento del ejército y sus temidos calabozos. Unos calabozos muy concurridos, en estos días. Guardias de fiero aspecto bloquean la puerta, con sus armas en la mano y clara disposición para utilizarlas. Iglesias y conventos en toda la ciudad se convierten en nubes de humo negro, y los peores momentos para Barcelona están lejos de pasar. Debéis encontrar la manera de liberar a Constancia Rodríguez de un fortín, y aún no sabéis ni cómo entrar. Rodeáis la manzana, intentando haceros una idea de la disposición del edificio. Las ventanas que no están enrejadas están en el segundo piso, y no son una alternativa a vuestra incursión. En la parte trasera distinguís una puerta de servicio, cerrada. Os alejáis con naturalidad, pero ese parece haber sido un prometedor descubrimiento.
-Diría que esa puerta sólo se puede abrir desde dentro.- intuye Julián. Alonso no quiere dejar pasar esa oportunidad.
-Podría intentar forzar la cerradura. Todas las defensas se concentran en el acceso principal.
Amelia apunta otra opción.
-Los alzados revolotean por la cárcel, sin atreverse a actuar. Puede que en ellos esté la solución.
-No sé si es peor tener pocas opciones, o demasiadas.- se lamenta Julián.
-Intentáis forzar la puerta trasera