Alonso finge buscar en sus bolsillos. Pone cara de consternación.
-Tuve que dejármelo en el hostal.
Los soldados no se dejan engañar.
-¡Capitán, aquí uno dice ser soldado!
El oficial del destacamento sale apresuradamente, con la pistola en su mano. De inmediato comprende que esta situación no es reglamentario y sospecha una maniobra de los anarquistas. Alonso es detenido y conducido al interior, donde será interrogado y pasará toda esta nefasta semana en el calabozo. Sin uno de sus activos, las posibilidades de éxito del equipo se ven significativamente reducidas.