El caos que reina en la ciudad se traslada al interior de la prisión, en las que los guardias van y vienen, se gritan órdenes y se descuidan los procedimientos más básicos. Lo que, todo sea dicho, os beneficia. Tan solo un par de veces os tenéis que esconder en alguna habitación o en un rincón oscuro mientras alguien pasaba y no tardáis en encontrar las celdas.
-¡Constancia!- gritas- ¡Buscamos a Constancia!
Una mano se asoma entre las rejas. En uno de los calabozos encontráis a una mujer joven, atractiva y rostro inteligente. Su aspecto y su entereza parece desentonar con el resto de presos, asustados, de aspecto mal encarado y en un escalón social evidentemente más bajo.
-Nos envía Francisco Ferrer- dices-. Tienes algo que nos pertenece.
-Yo…- le cuesta pronunciar palabra, sorprendida por vuestra presencia.
-¡A un lado!- Alonso fuerza violentamente la cerradura con su daga. El mecanismo de la cerradura salta por los aires y la puerta cede dócilmente.
-¡Venga, salgamos de aquí!
-¡Oye!¡Ábrenos a nosotros!- os instan los otros presos.
-No está todo acabado- lamenta decir Amelia-. Aún tenemos que salir de aquí.
-¿Buscáis una salida por la puerta por la que entrasteis?
-¿Buscáis una ventana por la que salir?
-¿Buscáis algo de utilidad para conseguir otra vía de escape?
-¿Sacrificas unos segundos para asegurarte de que esta mujer es Constancia Rodríguez?