Guardáis silencio como si la vida os fuera en ello, lo que, por otro lado, es casi literal. En ese silencio os sobresalta casi hasta el infarto una explosión en el exterior. Los guardias dan por finalizado su pequeño descanso y salen corriendo con sus compañeros. A vosotros se os queda expedita la huida, y no la demoráis ni un momento.