Encontráis a Francisco Ferrer i Guardia en su casa. Su mujer, temblorosa, os deja pasar. El anarquista está en su biblioteca, tomándose un brandy mientras mira por la ventana una ciudad en llamas.
-Rodríguez ya está en su casa.- dice Amelia. No hay reproche en su voz, no es momento para ello.
Francisco mira al suelo, avergonzado.
-Siento haberos utilizado. Pero pensé que alguien con vuestros recursos no tendría ningún problema en sacar a Constancia de la cárcel.
Francisco Ferrer echa mano a su bolsillo y saca tu móvil. Lo deja sobre la mesa.
-Curioso objeto este- dice, entre el asombro y la melancolía-. Un hombre introduce su nombre y descubre todo lo que le depara su futuro. Incluso cómo morirá.
Recuperas el móvil.
-No todos los hombres- dice Amelia-. Sólo los que marcaron la diferencia.
Francisco Ferrer i Guardia le dedica una sonrisa de agradecimiento.
-Todo esto no servirá de nada- se lamenta-. Nosotros queríamos que esto fuera la chispa para que todo el país se levantase contra la tiranía y Maura les hará creer que es un alzamiento secesionista. Quien no lo haya vivido no sabrá porqué se luchó y murió estos días.
-Pero los que sobrevivan lo contarán.- asegura Amelia. Ferrer i Guardia intenta mantener la entereza.
-Yo no estaré entre ellos.
Se hace el silencio. El concienciado anarquista ha descubierto su destino. Un juicio injusto y un pelotón de fusilamiento en el castillo de Mont Juic.
-Y yo que sólo temía que se inventase el Candy Crush un siglo antes de tiempo.- bromea sin ganas Julián. A Alonso le cuesta preguntar.
-Ahora que sabéis lo que va a ocurrir, ¿no vais a hacer nada para evitarlo?
Amelia sabe leer en su expresión.
-La ejecución de Francisco Ferrer i Guardia provocó una ola de protestas contra el gobierno conservador en toda Europa y en América- explica. Desde el primer momento, la astuta, resuelta y profesional líder del equipo conocía el destino del erudito-. Fue un duro golpe para el gobierno español.
-El objetivo de un profesor es enseñar, y esta será una clase que no olvidarán- da un sorbo a su bebida-. Por desgracia, por lo que he leído, a este país le quedan demasiadas clases por delante antes de que realmente se aprenda.
La puerta de la casa se abre estruendosamente. La esposa de Ferrer grita, suplica, llora. Un grupo de agentes se presenta ante vosotros.
-Francisco Ferrer i Guardia, queda detenido como promotor de los alzamientos contra la autoridad.
El filósofo no protesta, no argumenta, no habla sino con su silencio. Es esposado y empujado fuera de la casa. Un furgón de policía le espera abajo.
-Viéndoos a vosotros- os dice como única despedida- uno al menos tiene cierta confianza en el futuro.
El vehículo de la policía se aleja. Francisco Ferrer i Guardia no volverá a conocer la libertad y morirá ajusticiado por un gobierno sin argumentos. Os quedáis unos minutos consolando a la esposa del profesor hasta que unos familiares y vecinos llegan a ofrecerle su apoyo. Os vais sin nada que poder decir y, en silencio, volvéis a la puerta del Tiempo. Habéis cumplido con vuestra misión, pero habéis presenciado una de esas páginas de la Historia de España que hubierais preferido no conocer
He descubierto a un personaje histórico del que apenas sabía nada. Como siempre, los justos pagaron el precio que los pecadores -regodeados en sus lujos y con miedo a perder aquellos beneficios que como alta cúpula poseían- impusieron.