-Somos amigos de la causa- recuerdas el motivo del alzamiento-. Mi hermano ha partido hacia África y tenemos nunca volver a verlo.

El hombre parece repentinamente comprensivo y empático.

-Te entiendo. Estamos en la misma situación. Varios amigos míos han partido al frente. Van al matadero y los ricos les regalan escapularios, ¡que vayan sus hijos!

-Las palabras de ese hombre docto fueron motivadoras.- retomas el tema. Él asiente.

-El profesor Francisco Ferrer i Guardia es un hombre concienciado y la verdad, te hace pensar con cada palabra.

-¿Dónde podemos encontrarle?- le abordas, quizá demasiado inquisitivamente. Por fortuna, no recela.

-Vive en el carrer del Carme, pero es poco probable que se encuentre así con su ciudad en llamas. Seguramente le volvamos ver en las calles. También es posible que se encuentre en el bar L´estiu. Allí él y otros profesores librepensadores se reunen para poner en común sus idearios.

-Gracias, compañero.- pretendes despedirte. Él te agarra por un brazo.

-Unos amigos y yo vamos a hacer pira en la iglesia de Sant Tomàs, camarada- te dice-. ¿Por qué no venís tú y tus amigos? Devastemos sus templos, que pidan perdón por sus riquezas y privilegios. Puede incluso- sugiere, intentando convencerte- que en el camino nos encontremos con el profesor.

-¿Vas?

-¿No vas?