Os escondéis tras la destartalada caseta esperando que los mejicanos pasen de largo sin darse cuenta de vuestra presencia, pero uno de ellos advierte vuestra presencia y tira de las riendas para detener a su caballo. Su compañero le sigue y los dos se ponen ante vosotros. Alonso se pone, protector, entre sus compañeros y los mejicanos, dispuesto a, si fuera necesario, desenfundar y abatirles ante cualquier gesto sospechoso. Tal situación no resulta necesaria.
-¿Qué hacéis, payos?- dice uno. Su llamativo acento definitivamente no es de ultramar-. ¿Os sigue la guardia civil?
Gitanos. Pero, ¿y sus vestimentas? Julián ata cabos y se arriesga al preguntar: