Con menos tranquilidad de la que intentas aparentar, te pones ante los jinetes y les haces una señal para que se detengan. Los mejicanos frenan sus monturas y se miran desconcertados.

-Gracias por detenerse- les dices-. Somos españoles, estamos desorientados y nos gustaría que nos indicasen como llegar al asentamiento más cercano.

Risas.

-Tranquilos, payos, que de España no habéis salio- su pintoresco acento es reconocible y para nada mejicano-. Vamos a trabajal, si nos siguen alguien les acerca luego al pueblo.

Gitanos. Nunca lo habríais imaginado. Julián chasquea los dedos.