Cuando salís ayudando a un tambaleante Lee Van Cleef, un preocupado hombrecillo, regordete y de poblado bigote, os sale al paso.

-Mister Van Cleef, mister Van Cleef- su acento y su inglés dejan mucho que desear-. Were are you? I am worry.

-Tranquilo, amigo- le dice Julián-. Un trago que le ha sentado mal.

Al darle dos contundentes palmadas en el pecho en señal de camaradería, el enfermero sólo logra que el actor suelte una abundante vomitona. El olor nauseabundo de vino regurgitado te produce nauseas.

-Gracias por sacarle de allí- dice con un brillo de sinceridad en los ojos, mientras se hace cargo del villano de la película-. ¿Puedo hacer algo por vosotros?

-Quizá nos podría acercar al rodaje- aprovechas-. Nos gustaría participar en la película.

Sin dudarlo por un momento, el asistente os señala su Land Rover y juntos partís hacia el rodaje. En breve asistiréis al rodaje de una de las películas más importantes que jamás se hayan rodado en España.