Avanzáis por el escenario, en el que en este momento no se rueda nada y soldados confederados y unionistas con acento burgalés confraternizan y discuten sobre la liga española de fútbol. Identificáis al que parece un miembro del equipo de producción, angustiado a ojos vista, y le abordáis sin piedad.

-Buenos días- dices-. Estábamos interesados en ofrecernos para el rodaje de la película- al ver su cara de incomodidad decides plantearlo desde un punto de vista más atractivo-. No nos preocupa el jornal, simplemente nos resulta atractiva la idea de decir que hemos trabajado en el cine.

Sin regatearos ese punto de vuestra propuesta, el hombre localiza una hoja arrugada de personal y se apoya precariamente en el resto de sus papeles.

-Algo encontraremos para ustedes. Díganme sus nombres.

-Amelia Folch. Efe O Ele Ché.

-Alonso de Entrerríos.

Alonso dibuja una sonrisa en su rostro.

-Estefanía. Marcial Lafuente Estefanía.

Vuestro interlocutor levanta la mirada, arisco.

-¿Cómo el escritor?

A Julián le recorre un escalofrío la espalda. ¿Cómo iba a saber que el escritor de novelitas de vaqueros que su padre leía cuando él era niño ya escribía en 1966?

-El problema de hacerse el listo- le susurra Alonso, paladeando el momento-, es que a veces quedas como todo lo contrario.

-Julián- recula, agachando la cabeza-. Julián Martínez.

-Tengo varios trabajos disponibles. ¿Quieren hacer constar algo que pueda ser de interés para la película?
Amelia recuerda que esta es una coproducción en la que participan profesionales de tres países, y los españoles nunca han destacado por su conocimiento de otros idiomas.

-Yo hablo inglés fluidamente.- dice sin presumir. El asistente parece satisfecho.

-¿No hablarás también algo de italiano?

En realidad, Amelia leyó La Divina Comedia en su italiano original a los 14 años.

-Algo.- se limita a decir.

-Estupendo. Nuestro intérprete está en la cama con un cólico. Si puedes servir de traductora, ayudarás a que la grabación sea un poco menos caótica. Tú- señala a Alonso-, normalmente no se lo pediría a un trabajador recién llegado, pero acabar el puente es una prioridad; irás con los reclutas a rematar la construcción. Y tú- se detiene en Julián-, puede que sirvas de figurante. Algo encontrarán para ti las de vestuario. ¡Venga, vamos! ¿No teníais tantas ganas de trabajar?

-¿Eres Amelia?

-¿Eres Julián?

-¿Eres Alonso?