Junto con un grupo de reclutas, algunos técnicos y con un par de extras que, como tú, tenían otra idea de lo que sería el mundo del cine, os llevan a la ribera del río Arlanza.
-Han tenido que construir una presa para que el río tuviese pareciese que tiene algo de caudal.- te explica uno de los chicos.
-La magia del cine.- resume otro, poéticamente.
-¿Lleváis mucho construyendo el puente?- inquieres. Uno de los chavales resopla.
-Este poco, pero muy deprisa.
-¿Éste?- muestras interés.
-El que vas a ver es el tercer puente que construimos. En el primero pusieron poca carga, y el director juzgó que la escena quedaría pobre en pantalla. Construimos otro, y cómo agradecimiento al nuestro capitán…
-Como si él hubiera clavado un sólo clavo.- tercia un compañero.
-Como agradecimiento a nuestro capitán- continúa tu interlocutor- se le permitió accionar el detonador.
-¿El capitán del bigotillo que he visto por ahí?- inquieres.
-El capitán Eugenio Camorlinga, exacto.
-Pero el muy idiota accionó el detonador antes de que las cámaras estuvieran grabando- ríe otro soldado, de fuerte acento extremeño- y el Sergio Leones casi se muere. Así que el capitán Camorlinga se comprometió a que construiríamos otro puente en tiempo récord, y que en esta ocasión no habría errores.
-Ni tendría tan poca carga como en la primera ocasión ni se activaría antes de tiempo.- resumes.
-En efecto. Y en la parte de construirlo en pocos días entras tú. Coge clavos y martillos y prepárate para trabajar bajo un calor bochornoso; tenemos que construir un puente para que otros lo vuelen por los aires.