El conductor del camión ha salido para asistir al soldado herido, y no dudas en tomar una gruesa soga, rodear con ella la viga y atarla al parachoques del vehículo. Lo tuyo son más las dos ruedas, pero sabes lo suficiente de conducción como para dar marcha atrás lentamente y arrastrar la vida, que cede y se quiebra, permitiendo a los dubitativos reclutas arrastrar a su compañero, que cae desmayado por el dolor cuando un sanitario le atiende.
-¡Cuidado!
El grito de uno de los trabajadores hace que todos se alejen. Tu maniobra para liberar al herido ha tenido éxito, pero también ha debilitado la estructura, que, necesariamente quebradiza por la premura de su construcción, se desmorona sobre el río. Por fortuna, no hay heridos, pero los gritos y el enfado del capitán al cargo de la obra dejan claro que tener que construir un nuevo puente desde cero supondrá una nueva demora, quizá definitiva, para la producción de la película. Aunque satisfecho por haber salvado al infortunado obrero, eres consciente de que lo que has hecho puede tener serias consecuencias en este pequeño episodio de la Historia española.