El tiempo es el que es, piensas, así que deberíais dejar que la situación se desarrolle como tenía que desarrollarse.

Lee Van Cleef se levanta como puede y se encara con el mozo, farfullando algo incomprensible en cualquier idioma, y lanza un puñetazo torpe e innecesario. El joven lo evita sin dificultad y sus compañeros, ante el ataque, responden agarrando al actor para que su amigo le golpee a voluntad. Los dos primeros puñetazos le hunden el estómago y, cuando no podéis evitar intervenir, un tercer golpe hace que le cruja desagradablemente la nariz. Alonso agarra de la muñeca al agresor y con una mirada le deja claro que no habrá más golpes y Julián atiende al actor, que sangra copiosamente de la nariz.

-¡Sólo estaba bebiendo!- increpa Amelia a los asaltantes. Julián trae malas noticias.

-Le ha roto la nariz.

-¿Podrá seguir saliendo en la película?- pregunta Amelia. El enfermero se encoge de hombros.

-No lo sé, no lo creo. En cualquier caso, en la película tal como la recuerdo, Lee Van Cleef no aparecía en estas condiciones.

-Que me cuelguen si lo entiendo- blasfema Alonso-. No intervenimos para que la Historia no cambie… y la Historia cambia.

Amelia comparte su desconcierto, y su frustración.

-Puede que al llegar a este momento introdujésemos una serie de pequeños cambios que han desembocado en que esta pelea se produzca.- conjetura.

-O puede- plantea Julián- que se necesitase nuestra intervención para que la película llegase a filmarse. Es posible, sólo posible, que, a veces, la Historia necesite un empujoncito.

FIN