-No tengo intención de quedarme ni un instante de más con usted- dices con gravedad-. Dudo que nadie quiera hacerlo.
Los compañeros del borracho se carcajean al ver como le plantas cara, pero, embriagado, no acepta tu rechazo y te coge del brazo.
-Deja la chavala, Zacarías, que hoy el único que va a meter es Santillana.- le detienen sus amigos, avergonzados por su estado, y le fuerzan a liberarte.
-¿Amelia?- oyes una voz tras de ti. Te giras y no ves a Julián, no ves a Alonso. Ves a ¿Cándido? Un trabajador del Ministerio en el 2016, que abre los ojos de par en par y sale disparado de la grada.
-¡Cándido!- le llamas. Sales en su persecución, pero no con suficiente presteza; se ha perdido en la multitud. El árbitro pita el final de la primera parte, y gran parte del público se dirige a los baños o a la cafetería, haciendo aún más difícil localizar su posición.