El autobús con la bandera de Malta aparca en uno de los accesos para jugadores del estadio. Julián reconoce al primero en bajar, John Bonello, el portero maltés que encajará la más de una decena de goles que España necesitará para clasificarse. El joven guardameta carga su bolsa y bromea con sus compañeros mientras algunos aficionados les dirigen chanzas y pullas más o menos hirientes. Es el propio Julián el que toma la iniciativa acercándose al entrenador.

-Buenas noches, soy Oliver Atom- posiblemente el pobre seleccionador no entienda ni una sola palabra de lo que le está diciendo-, delegado de campo. Les acompañaré a sus vestuario.

Encabezando la comitiva, os dirigís a la puerta, donde el guardia de seguridad os da vía libre en cuanto Julián le muestra aceleradamente la tarjeta de descuento de su supermercado habitual. Una vez dentro, abandonáis a su suerte a los infortunados malteses y os dirigís a las gradas, para ver un partido que está a punto de pasar a la Historia del fútbol español.