Decenas de miles de voces vociferan cuando los malteses ponen el balón en juego, que enseguida recupera la selección nacional. Los aficionados españoles celebran cada toque de balón, aplauden cada carrera y vitorean a cada jugador. Quizá nadie espere la remontada, pero cada persona en el Benito Villamarín está convencida de que verá una noche de espectáculo. Encontráis unas localidades vacías que ocupáis y os sentáis atendiendo al partido. Algunos aficionados escuchan el partido con sus transistores para no perder ningún detalle.
“…Camacho va a lanzar, se la pide Sarabia. Gordillo tocando de cabeza, balón para el propio Camacho, intenta la finta, intenta el regate. España busca el ataque en el lateral del área..”
Alonso cruza los brazos, sintiéndose ajeno a todo esto, mientras Amelia mira a un lado y a otro sin entender la importancia de todo esto. Es Julián el que pone pasión por todo el grupo.
-¡Vamos, España!- grita y aplaude. Luego se acerca a sus compañeros y dice, en voz baja-. El primer gol no va a tardar en producirse. Incursión española en el área rival, pena máxima y Señor mete el penalti con un tiro ajustado al palo.
El tono serio de Alonso al responderle es casi cómico.
-No he entendido nada de lo que habéis dicho.
Amelia sonríe. La líder se confiesa a sí misma que la pasión de Julián y la de los aficionados es sana y contagiosa, ¿por qué no concederle esta oportunidad a Julián? Otro día podrían ir al teatro del Príncipe de 1636 para que Alonso vea el estreno de La vida es sueño, o al 1888 para que ella asista a la primera representación de las Escenas Sinfónicas Catalanas.
-¡Marcad gol, España!- se arranca al fin, de forma artificiosa pero sincera.
“¡Atención que está jugando de nuevo al ataque España!¡El Lobo Carrasco! Fíjense ustedes… ¡Penalti! ¡Penalti!”
-¡Penalti!- levanta los brazos Julián, como quien sigue emocionándose después de ver mil veces la misma película-. Atended al golazo de Señor. Al palo y a la red. Todos los niños de los 80 intentábamos reproducir ese tiro cada vez que tirábamos un penalti.
El jugador madrileño se aproxima al punto de penalti y coloca el balón con la asistencia del árbitro ante las protestas de los defensores. Juan Señor toma carrerilla. Unos hinchas aplauden otros contienen el aliento, un fuerte bocinazo resuena en el estadio ¡y Señor lanza!
“¡Atención que va a lanzar Señor! Puede ser el primero de España. Atención, minuto dos y medio. Pierna derecha de Juan Señor. Está marcando el colegiado que no entre nadie dentro del área. Penalti contra Malta. Señor toma carrerilla, pierna derecha, tiraaaaa….¡y fallamos!”
-No… no puede ser.- tartamudea Julián. Alonso le mira sorprendido.
-¿Eso es un gol?
El madrileño niega con la cabeza.
-No. Y tendría que haberlo sido.
-Pero, ¿qué ha pasado?- inquiere Amelia-. Hemos tenido, de alguna manera, que interferir con nuestra presencia, en el devenir del partido.
Julián se devana los sesos. Amelia siempre suele tener razón pero, ¿y si en esta ocasión se equivoca?
-No hemos sido nosotros.
-Explicaos, Julián.- le exige Alonso. Los aficionados de alrededor aún lamentan el error de Señor e ignoran completamente vuestra conversación.
-¿Y si no somos los únicos viajeros en el tiempo presentes? ¿Y si alguien, antes que nosotros, descubrió a dónde conducía esta puerta y vino a este momento a ver este partido?
Alonso rememora vuestro primer contacto con las puertas del tiempo que estáis investigando.
-Cuando accedimos al pasillo del tiempo, vimos que alguien había estado antes que nosotros. Pensamos que se trataría de la patrulla que investigó la puerta 1456 pero, ¿y si fue alguien que entró en la 1457, la que nos ha traído a Sevilla en esta fecha en concreto?
-La seguridad interna del Ministerio- se lamenta Amelia-, podríamos decir, es laxa. Si otro agente descubrió esta puerta, habría aprovechado este momento para ver el partido.
-Como hace Germán cuando va a ver el partido con el que el Atleti logró su doblete en el 96.- recuerda Julián.
-¿Hablamos de alguien que intenta alterar los logros de España?- aprieta los puños Alonso. Julián no está seguro de ello.
-O no. Seguramente se trate de un aficionado. Un aficionado con mala suerte y con la posibilidad, sin duda no deseada, de interferir en la Historia.
-Explícate.- le demanda Amelia. Julián responde con una pregunta.
-Nosotros somos viajeros en el Tiempo experimentados, acostumbrados a no interferir con la Historia, ¿y qué no hemos podido evitar al comenzar el partido?
Amelia piensa con rapidez.
-¡Animar!
Julián sonríe.
-Exacto. Si habéis oído bien, habréis oído un sonido fuerte que sobresalía por encima de los vítores de la hinchada cuando Señor ha lanzado su penalti. Ese disparo, tal como lo recuerdo, entró por poco pero, en esta ocasión, ha fallado. Ese bocinazo ha tenido que distraerle.
-¿Y por qué no suponer que ese estruendo viene de un aficionado de 1983?- no puede evitar pensar Alonso. Julián dibuja una sonrisa en su rostro.
-Vosotros no estuvisteis en la España de 2010- el gesto de desconcierto de sus amigos invita a Julián a continuar-. Ese año la selección ganó el Mundial de fútbol que se celebró en Suráfrica. Los aficionados de ese país asistían a los partidos con unos instrumentos musicales autóctonos bastante sonoros, que se popularizaron en todo el mundo. No hay ningún español de mi año que no recuerde el sonido de una vuvucela.
-Así que dices- resume Alonso- que un agente del Ministerio aficionado al fútbol ha viajado a 1983 a disfrutar de este partido y que, sin querer, ha alterado el resultado del partido haciendo sonar su trompeta africana.
-Dicho de esa manera, no parece tener mucho sentido.- admite Julián. Amelia no está de acuerdo.
-Pues tiene todo el sentido para mi. Debemos encontrar a ese viajero antes de que cambie definitivamente el resultado del partido.
-Pero, ¿dónde le buscamos?- se plantea Alonso.
-Si ha hecho un viaje tan largo, tiene sentido que el crononauta busque el mejor sitio para presenciar el partido- razona Amelia-. ¿Qué sitio puede ser ese, Julián?
El enfermero recapacita.
-Dudo que pueda acceder al palco. Yo juzgaría que detrás de una de las porterías sería un lugar privilegiado.
-En la que está atacando España parece la mejor opción, entonces.- juzga Alonso. Julián niega con la cabeza.
-Cuando haya un descanso, España atacará a la otra portería. Quizá esa sea la opción más segura.
Amelia plantea las posibilidades que tenéis.
-¿Querrá ver los primeros goles, o los últimos?- la catalana guarda un silencio lleno de aplausos, gritos y sonidos de tambor-. ¿Hay otra opción?
-Pienso que estar cerca del banquillo español sería otra buena alternativa- sugiere Julián-. Vería las dos porterías a la misma distancia y sería testigo de excepción de las decisiones del equipo técnico y la emoción de los suplentes.
-Es imposible saber cómo pensará ese hombre.- se lamenta Alonso.
-O mujer- le corrige Amelia, arisca-. Decidamos.
-¡Y rápido!- coincide Julián-. La historia no debe cambiar y España tiene que ganar a Malta por 13 a 0.
¿Donde buscáis al crononauta?
-Cerca de la portería de Malta