Tras un viaje demasiado largo en un incómodo colectivo, podéis por fin estirar las piernas al llegar a la plaza del pequeño pueblo de Palomares, una localidad campesina y pescadora como tantas otras en nuestro país. Los pasajeros del autobús se apean y descargan su equipaje. Vosotros tomáis vuestra escasa impedimenta y echáis un vistazo alrededor. De la pequeña plaza ya se han retirado los jubilados, que huyen del frío invernal, y los más jóvenes se recogen en el par de bares que prosperan frente a la Iglesia. Reconocéis el ayuntamiento, en cuya fachada ondea una gastada bandera.

-No deja de sorprenderme ver como estas personas no saben que están a punto de pasar a la Historia.- observa Alonso.

-Bendita la gracia que les haría, si esta gente supiera lo que, literalmente, está a punto de caerles del cielo.- añade Julián. Un rugido distante os hace levantar la cabeza. A gran altura, un enorme avión militar dibuja una estela de vapor a su paso.

-¿Es uno de los aviones que se estrellará?- pregunta Alonso, discretamente.

-Es posible, pero no será ahora- matiza Amelia-. Ante la posibilidad de necesitarlos en cualquier momento, los americanos mantuvieron bombarderos en el aire las veinticuatro horas del día sobrevolando el Mediterráneo. Fijaos, ya ni se les presta atención.

-El desastre no se desatará hasta mañana- recuerda Julián-. Tenemos 15 horas antes de que ocurra lo que nadie espera, y poco trabajo podemos adelantar. Deberíamos buscar un sitio donde dormir.

-Es un pueblo pequeño- señala Alonso-, pero debería tener pensión o fonda. Mucho habrá cambiado España si los referentes de la villa no siguen siendo la Autoridad y la Iglesia para que nos digan dónde encontrarla.

-También podemos preguntar a un ciudadano de a pie, que algo sabrá de su pueblo.- sugiere Julián. Amelia no parece dispuesta a dedicar demasiado tiempo a esta decisión.

-La Iglesia está aquí mismo, la plaza está llena de parroquianos y he creído distinguir a un guardia civil dejándose ver- analiza el escenario-. ¿A quién preguntamos?

-¿Preguntáis al guardia civil?

-¿Os acercáis a la Iglesia a hablar con el párroco?

-¿Os informáis en la plaza sobre una pensión en el pueblo?