-¿Qué me dice de una segunda parte del Quijote?- pregunta Julián-, ¿qué me dice de ese gran título que toda España ansía?

Cervantes frunce el ceño.

-Así que era eso, ¿verdad? La famosa continuación del Quijote, la vuelta del ingenioso hidalgo- el dramaturgo se levanta y se apoya en la chimenea, molesto-. No es esa mi única creación. La Galatea, por ejemplo, sí que tengo a punto su continuación.

-Pero, ¿no es el Quijote la obra que más prestigio le ha traído?

-Prestigio, sí- admite-. Pero poco dinero. Malvendí los derechos al artero Juan de la Cuesta, el editor, y no he sacado más que calderilla por mi obra.

-Y eso que no conoce la piratería.- masculla Julián. Cervantes le clava una mirada envenenada.

-Mi flota fue asaltada por corsarios turcos y pasé cinco años privado de libertad en Argel- recuerda-. Así que sí, conozco bastante bien la piratería.

-Esto me pasa por querer tener la última palabra con el mejor escritor de la Historia de las Letras españolas.- se dice Julián. Mirando a Cervantes, que intenta recuperarse de la ofensa, Julián observa algo. En la chimenea hay un pedazo de papel parcialmente quemado, ¿puede tener relevancia para vuestra misión?¿merece la pena intentar arriesgarse para hacerse con él?

¿Julián se va?

¿Sigue preguntando?

¿Intenta distraer a Cervantes para hacerse con el papel?

¿Intenta sacar a Cervantes de la sala para conseguir el papel?