-No sé si tendrá relación con nuestra misión, pero encontré este papel en su chimenea.

Alonso intenta leerlo por encima del hombro de Amelia.

-No es estación para encender el hogar- observa-. Tendría intención de destruirlo.

Apenas se distinguen unas pocas palabras.

-”Novela…traidor…Antiqam”- lee Amelia-. Alonso y yo trabajamos con Cervantes, y esta no parece su letra… y la selección de palabras es curiosa. Alonso, este es tu castellano más que el nuestro, ¿tiene sentido este término para ti?

-”Antiqam” no es una palabra conocida, si es española no era muy empleada estos años. El tono despectivo con el que trata al buen don Miguel me resulta inadecuado y ofensivo.

-Una tarjeta de felicitación no es- coincide Julián-, ¿alguna idea de qué puede significar?

Amelia parece estar intentando recordar.

-Juraría que “Antiqam” es árabe. Si no me equivoco, significa Venganza.

-¿Quién conocería el árabe en esta España?- se pregunta Julián-. Si no me equivoco, los moriscos ya han sido expulsados.

-El propio Cervantes lo haría- señala Alonso, inopinado experto en el dramaturgo-. Pasó cinco años en Argel y fue veterano de las guerras contra el Turco, son motivos suficientes como para chapurrear el idioma mahometano.

-Posiblemente alguien con su mismo currículum lo haría también- coincide Julián-. Ese pedazo de papel rezuma tanto odio como el Quijote apócrifo, quizá el autor sea el mismo. Un antiguo prisionero en Argel, u otro soldado de la armada de Lepanto.

-Es una buena pista- se felicita Amelia, guardando el papel a buen recaudo-. Al menos, algo a lo que agarrarnos. ¿Por dónde continuamos?

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