-Si alguien me entiende, tienes que ser tú, Julián- comienza, embaucadora-. Para preservar un presente que no merece la pena, lucháis por un pasado lleno de injusticias. Un pasado que te persigue, que te atormenta…

No estás dispuesto a consentir lo que está a punto de decir.

-Sé por dónde vas, Lola- atajas-. Créeme, no te conviene seguir por ahí.

-Tu vida acabó con la de Maite, esa mañana en ese paso de peatones- sigue sin inmutarse-. Por eso no temes meterte en edificios en llamas, enfrentarte al ejército americano para recuperar bombas atómicas, o plantarte ante una mujer peligrosa y armada. Te preguntas qué pasaría si tuvieras la oportunidad de cambiar lo ocurrido, pero la tienes, Julián, la tienes cada minuto que pasas en este Ministerio. Creías que tu mayor sufrimiento fue perderla, pero no. Es mayor el dolor de saber que puedes recuperarla, y que no estás haciendo nada para salvarla.

Cada palabra se te clava en el corazón con un profundo dolor, pero sabes que la antigua agente es artera y mezquina.

-¿Y tú que ganas con eso, Lola?- le echas en cara-. ¿Tanto esfuerzo por salvar a una mujer anónima? ¿Qué gana Lola Mendieta de todo esto?

La desertora no se inmuta.

-Gano hacer daño al Ministerio del Tiempo- admite-. Funcionarios de todas las épocas verían tu acto no como una rebeldía, sino como un derecho a reivindicar. ¿Por qué no corregir otras desgracias, otros acontecimientos que no deberían haber sucedido? Salvador Martí, el mismo que te ha impedido que recuperes a Maite, se enfrentaría a su mayor crisis si uno de sus mejores fichajes diese la espalda a la institución y reclamase lo que es suyo. Reescribe tu vida y sí, ten por seguro que yo sacaría algo. No menosprecies mi odio hacia el Ministerio del Tiempo.

Lola Mendieta no te gusta, nada puede cambiar eso. Busca manipularte, jugar con la muerte de tu esposa para atacar a Salvador. Pero hay algo más que sabes. Sabes que es sincera. Si das un paso al frente, mañana despertarás abrazado a Maite, sintiendo su olor y la calidez de su sonrisa. Si dices que no a Lola serás fiel a tu juramento, y también a tu dolor.