Ya sea por falta de fuerza o de pericia en artes de la guerra, no te resulta tan sencillo como creías dominar la situación y el marinero se despierta y te lanza hacia atrás.
-¡Ayuda!¡Intrusos!- grita. Sus compañeros llegan a la carrera, armados y decididos.
-Tanto buscaros y al final caes tan fácilmente en nuestras manos- se burlan de ti-. ¡Las esposas! No dejaremos que se nos escape; tiene muchas preguntas que responder y nos aseguraremos de que conteste a cada una de ellas.