La llegada del cura y del alcalde -las fuerzas vivas de la localidad, junto con el aparentemente huidizo miembro de la guardia civil- mantiene definitivamente alejados de las calles a los palomarenses, y podéis estar tranquilos. Esta primera bomba se encuentra demasiado visible y cualquiera que quisiera interferir con su recuperación se expondría en demasía. Además, el cura y el alcalde te parecen personas cabales y crees que podrán controlar la situación mientras vosotros garantizáis que lo que dicta la Historia sobre la recuperación de las bombas se cumple al pie de la letra.

-Esta es la primera de las bombas- enumera Amelia-. Dos de las otras cayeron en los campos de alrededor y una, en el mar. Deberíamos ir a ver los puntos de caída y confirmar que la limpieza comienza sin incidentes.

No ha sido demasiado complicado asegurar la primera bomba. Pero algo no va bien.

-Fijaos en esos niños- no puedes evitar señalar-. Están recogiendo pedazos del accidente. Os parecerá una locura pero lo veo demasiado… organizado.

Tus compañeros observan a los chavales, que recorren cada centímetro de la plaza y de las calles aledañas y recogen, incluso en sacos y bolsas, cada fragmento, cable fundido o remache desprendido del accidente. Todo con una meticulosidad sistemática.

-Yo he advertido otra cosa- observa uno de tus compañeros-. He visto a uno de los pilotos caer sobre el tejado de ese pajar. Temo que esté malherido, incluso muerto: el paracaídas le falló en los últimos metros.

-No tenemos el tiempo necesario para investigarlo todo- te lamentas-. ¿En qué nos centramos?