Es demasiado tarde para huir, el guardia civil ya está casi a vuestra altura, y, aunque jadeante, sostiene su fusil con fiereza.

-Es un hombre mayor y no se le ve avezado en lances violentos- observa Alonso-. Dejadme que le enseñe el cañón de mi pistola y todo habrá acabado antes de empezar.

-¿Violencia?- se escandaliza Amelia. Alonso matiza.

-Amenaza.

-¿Por qué no esperamos a que nos diga qué es lo que quiere?- propone Julián-. No hemos hecho nada que haya podido alertar a las fuerzas de seguridad.

-Podría engañarlo para poneros las cosas más fáciles- se ofrece Amelia-. Creedme, sé pensar con rapidez.