Os aproximáis al coche, decididos a terminar con esto de una vez. Los hombres siguen concentrados en su labor de reparación. Al dejar caer la rueda que han quitado, uno de ellos repara en vosotros.
-¡Son ellos!- alerta, saca su pistola y dispara sin solución de continuidad. Oyes el silbido de la bala pasando a escasos centímetros de tu cabeza. Alonso responde con presteza, desenfunda, echa una rodilla al suelo para ofrecer un blanco menos y de un disparo lo abate. El otro rueda por el suelo y hace dos disparos, uno de los cuales alcanza al tercio en la pierna. Soltando una imprecación, el soldado vacía su cargador y acaba con su atacante.
-¡Alonso!- grita Amelia. Julián corre hacia su amigo e inspecciona su herida.
-Tiene una fractura muy fea. La bala sigue dentro- diagnostica, mientras se quita el cinturón e improvisa un torniquete-. Tenemos que llevarle al hospital.
-La misión…- alcanza a decir Alonso-. Hay que llamar al Ministerio para que acudan.
-Hazlo- coincide Julián, que inyecta un potente calmante a Alonso-. Acabaré de cambiar la rueda y nos lo llevaremos a Cartagena.
En pocos minutos os montáis en el coche y partís a toda velocidad. El Ministerio del Tiempo tendrá que mandar a otra patrulla. Ahora para el equipo lo único importante es que hay un compañero mal herido que necesita ser atendido.