Eres quien primero se ofrece para liberar al soldado y, tomando la daga, te arrastras hacia él. El efecto de succión de la turbina arrastra matojos y arena, que te golpea en la cara. Por momentos sientes el rugido en aumento del motor, y casi sientes que te alza del suelo. Casi estás a su altura, distingues el crujido del árbol podrido cediendo a la fuerza del motor, cuando en un estertor la turbina te obliga a agarrarte a un saliente del suelo. Aprietas los dientes y clavas las uñas cuando tu cuerpo se alza unos centímetros, pero la fuerza de absorción aminora y puedes arrastrarte hasta agarrar la cincha del paracaídas y cortarla con la afilada daga. El soldado se libera, pero se encuentra inconsciente y has de arrastrarlo. Tus compañeros no dejan que lo hagas sin ellos, y con su ayuda no tardáis en alejar al afortunado tripulante de una muerte segura. Tras la seguridad de un enorme pedazo de fuselaje recuperáis el resuello, mientras la turbina, que ya se ha tragado el paracaídas, se va deteniendo poco a poco.

Atendido por Julián, que encuentra alguna fractura menor y múltiples contusiones, el piloto tiene instantes de lucidez.

-Thank…thank you.- aprovecha para decir con sus escasas fuerzas.

-De nada, hombre. Se recuperará.- tranquiliza Julián a sus compañeros.

-Sus camaradas se acercan- otea Alonso. Un grupo de marines se aproxima a vuestra posición a paso ligero-. ¿Conviene que nos vean aquí?

-¿Os quedáis con el soldado hasta que lleguen?

-¿Os alejáis para que no os hagan demasiadas preguntas?