Te sientes bien cogiendo el volante de lo que para ti no es sino -no puedes evitar pensar de otra manera- una antigüedad en perfecto estado. Te recriminas ese fugaz pensamiento de frivolidad y te exiges concentración para liberar a Alonso y a Amelia, e inmediatamente piensas que quizá la solución esté en tus manos. Ante ti está la habitación en la que han apresado a tus compañero, y el chamizo es definitivamente quebradizo. ¿Y si utilizases el vehículo para abrirte paso por la pared? Causarías tal desconcierto que dispondrías de tiempo suficiente para hacerte con la situación. Por supuesto mil cosas podrían salir mal, es sólo una idea, pero, ¿merece la pena intentarlo?