El desafío de los piratas (Seas of Blood), de Fighting Fantasy
“La ciudad de Tak, en el extremo septentrional del Mar Interior, es el mayor nido de ladrones, piratas y cortagaznates que el mundo civilizado conoció jamás. En esta ciudad de malhechores hay dos piratas notorios por su insaciable codicia, sus osadas correrías y sus innumerables escaramuzas con la muerte. Uno de ellos es Abdul el Carnicero. ¡El otro eres TÚ!”
Este es el punto de partida de Seas of Blood, o de El desafío de los Piratas, como se tradujo en España por la editorial Altea, allá en 1988. Un estupendo librojuego escrito por…escrito por…. ¡ah, sí, Andrew Chapman! Y os aseguro que me ha costado encontrarlo, porque la portada y las páginas interiores destacan mucho a Ian Livingstone y Steve Jackson como los presentadores de la colección, pero olvidan al bueno de Andrew, que hace un buen trabajo con este título. Seas of Blood nos pone en el papel de un pirata que se enseñorea por el Mar Interior, una pequeña región en uno de los continentes de Titán (el mundo fantástico en el que se ambientan muchos relatos de Lucha Ficción). Nuestro personaje (como es habitual, sin género ni nombre) tiene un gran rival en Abdul el Carnicero, otro pirata justamente temido por las gentes de esta región. Para decidir quién es el rey de los piratas, ambos apuestan partir de la ciudad de Tak con sus navíos y tripulaciones y citarse en 50 días en la isla de Nippur para comprobar, como en Don Juan Tenorio, quien la ha liado más parda en menos tiempo.
Esta es la premisa de este divertido libro. Mientras que en otros juegos tenemos que rescatar princesas, derrotar malvados y expulsar hordas, aquí nos cargamos la corrección política y lo que tenemos que hacer es buscar las víctimas más propiciatorias para sacarles la mayor cantidad de dinero con el mínimo riesgo. Y si se ponen tontos les tomamos como esclavos, que también tenemos esa opción para completar nuestras arcas.
En nuestro periplo contamos con un mapa, que nos indica los lugares que podemos asaltar, aunque es la narración la que nos guía. En cada uno de estos lugares, como es habitual en estos juegos, tendremos una mini aventura, en la que podremos conseguir oro, tener algún enfrentamiento o simplemente deberemos huir lo más intactos posible. La variedad de los objetivos posibles hace el libro bastante rejugable pero, ¡oh maravilla! la dificultad del libro es bastante razonable y aunque puede que muramos una o dos veces, es posible que alcancemos la ciudad de Nippur de una pieza. Otra cosa es que consigamos superar al bueno de Abdul en pillaje, pero viviremos para contarlo. Dentro de la misma colección, este libro es más de un estilo al Starship Traveller o al Robot Commando (sucesión de pequeñas aventuras enlazadas con un objetivo final) que de otros como The Warlock of firetop mountain o Citadel of Chaos (un único y enrevesado dungeon). Disfrutando mucho más los primeros títulos que he mencionado, no acabo de entender las decisiones de reedición que hemos tenido en España recientemente, optándose por House of Hell o Blood of the zombies antes que por otros títulos. Entiendo que Blood of the zombies se eligió por ser el libro comenmorativo por el 30 aniversario, pero House of Hell es un libro que ha envejecido bastante mal y es tal picadora de carne de personajes que deberían, como primera elección del librojuego, darte la opción de volarte de un tiro el techo del paladar para morir sin sufrir.
Pero volvamos a Seas of Blood. Aquí el sistema viene a ser el básico de Lucha Ficción: Resistencia, Habilidad y Suerte, a los que se une Ataque de la Tripulación (su capacidad combativa) y Fuerza de la Tripulación (el número de nuestros hombres). Aparecen también los combates masivos, en los que, en lugar de acudir a nuestros valores de personajes, recurrimos a los de nuestro navío. La Fuerza de la Tripulación también determina lo buenos navegantes que somos (y si tenemos cantidad de hombres suficientes para el viaje), de manera que es común que nos pidan tirar tres dados y, si sacamos un valor superior a nuestra Fuerza de la Tripulación, tardamos más en recorrer un trecho determinado. Porque debemos ser rigurosos anotando en nuestro cuaderno de bitácora los días de travesía, pues debemos recordar que si llegamos a Nippur en más de 50 días habremos perdido automáticamente la apuesta.
Las ilustraciones del libro son de las mejorcitas que podemos encontrar en la colección, pues pertenecen a Bob Harvey, uno de mis favoritos, y que pudimos ver en la colección de La Senda del Tigre, así como en otros títulos de Luchaficción.
Estos días estuve con el libro y la verdad es que es muy entretenido, su temática es muy atrayente.
Ciertamente, más dinámico y entretenido que otros de la colección.