Empuja la puerta y entras en la casa. El interior es sencillo y agradable, con pocos muebles y decorado con elementos de labranza y útiles de metal.
-¡¿Hola?!- insiste Julián, a cada paso que da. Al poco oye el sonido de pasos y una voz anciana que masculla y recita.
“…Mi amigo tiernamente me abrazaba,
y, con tenerme entre sus brazos, dijo
que del estar yo allí mucho dudaba;
llamóme padre, y yo llaméle hijo…”
Un anciano vestido de negro, de perilla canosa y aspecto insigne, llega al recibidor, inmerso en pleno proceso creativo. Levanta la mirada y ve a Julián, dando un respingo.
-No le oí llamar, caballero- dice, sorprendido pero no asustado-. ¿Qué le trae al hogar de este humilde poeta?
-Me llamo Julián Martínez, maestro- se descubre el enfermero-. Represento a Salvador Martí, reconocido editor toledano, y venía a hablar con usted para ver si podrían sus escritos recalar en nuestras imprentas.
-¿Martí? No me suena ese editor, ¿puede decirme algún título que haya publicado?
-¿Conoce “Cincuenta sombras de Grey”?- improvisa Julián. Cervantes se acaricia la barba.
-Interesante título. Lástima que ya esté elegido.
A Julián le recorre un escalofrío por toda la espalda. No se imagina la cara de Salvador si a su regreso se descubre que Don Miguel de Cervantes no ha escrito la segunda parte del Quijote, sino Cincuenta sombras de Grey.
-Quería hablar con vos sobre sus futuros proyectos y otros asuntos- quiere pasar página rápido-. ¿Podría quitarle algo de su valioso tiempo?
-Siéntese, joven- le señala Don Miguel un butacón con su mano anquilosada-, y dígame, ¿qué quiere saber?
Pregunta si conoce al tal Avellaneda
Le interroga por su relación con Lope
Dirige la conversación hacia su avance con la segunda parte del Quijote
Pregunta por Jerónimo de Pasamonte
Se interesa por fray Baltasar de Navarrete y su posible relación con él