Siguiendo las indicaciones de la patrulla, Bárbara y Navarrete suben a la parte trasera del carro y, con extremo sigilo, Amelia y Julián les siguen. Alonso avanza en cuclillas y se pone a la altura del caballo. Sube al frontal del carro, mientras los matones se ponen al día de las últimas tendencias en los mentideros, y, con gran presteza, agita las riendas y el caballo sale al galope. Los matones se apartan al grito de vive Dios y las puertas de la Iglesia se abren, saliendo otra pareja de aceros a sueldo. Se oye un disparo sordo, pero conseguís huir sin posibilidad de que os sigan. Acabáis en vuestro piso franco, donde el párroco y su “sobrina” tardan en recuperar la calma. Al amanecer, y tras comprobar con prudencia que los jayanes ya se han ido, el grupo regresa a la parroquia donde el padre Navarrete promete dar todas las respuestas.