La penumbra del atardecer y las nada iluminadas calles de este Madrid ofrecen a Alonso el escenario perfecto para que se aproxime a los valentones por detras y descargue sobre la nuca del más alto un potente golpe con la empuñadura de su espada en la nuca, dejándole fuera de juego. El joven intenta, temblorosamente, desenvainar su espada, pero comprende al momento que Alonso es espada veterana y un gesto de negación condescendiente por parte de este basta para que el aprendiz de truhán salga corriendo.

-Vía libre, busquemos escondite hasta que los de dentro se vayan,

En efecto, los otros matones salen a los pocos minutos y encuentran a su compañero inconsciente. Maldiciendo al cura y a los que le ayuden, los tres suben a su carro y se alejan por callejuelas oscuras.

Tras un tiempo escondidos, pueden regresar y encontrar respuestas