Cuando se decide actuar con firmeza, Alonso no puede evitar poner una mueca de satisfacción.
-Acompañad al sacerdote- toma el mando el soldado-. No se aleje de mis compañeros, padre, y todo pasará en seguida.
Alonso de Entrerríos sale de la sacristía encargándose de hacerse notar. Marc y su grupo os miran sorprendidos, para encontrarse la negra boca de una pistola apuntándoles.
-Deme vuesa merced una excusa para disparar.
-¡Dais la espalda a vuestra gente!- os acusa, sin acercarse, pero tampoco sin levantar las manos.
-Sólo queremos irnos con este pobre hombre- aclaras-. Os dejamos la Iglesia para que hagáis lo que os venga en gana.
Su silencio es su respuesta, y podéis salir sin problemas. Al ver que salís con un sacerdote, algunos en el exterior os insultan, pero nadie hace un mal gesto contra vosotros.
-¿Tiene a alguien que le acoja, padre?- le preguntas.
-Cer..cerca vive una familia de amigos de mi congregación- responde, con dificultad para superar sus tartamudeos-. Sin duda me recibirán.
Le escoltáis hasta la dirección que os indica, cobijados por el caos que reina en Barcelona, y allí le reciben con la promesa de protegerle. Os despedís con poco protocolo y continuáis. Tu teléfono móvil sigue perdido y no estáis más cerca de recuperarlo. Pero al menos ya tenéis un nombre por el que empezar.