Alonso se despide de vosotros y callejea buscando algún acceso lateral. Descubre que uno de los comercios cercanos, ahora cerrado, tiene una puerta de atrás que da paso al callejón donde se protegen los militares. No le cuesta acceder al interior, desde donde puede observar el puesto de defensa y trazar un plan. Si consigue incendiar la pólvora, puede hacer que los soldados huyan y que toda la trinchera estalle por los aires. Los soldados son jóvenes, están asustado y se asoman sobre su defensa esperando un ataque frontal; será complicado pero puede funcionar. Alonso se acerca con sigilo y está a punto de encender una de las mechas junto a la munición cuando uno de los soldados le descubre.
-¡Alto!- grita, pero asustado no espera a que se cumpla su orden y dispara. Alonso es alcanzado en la pierna, y brama e insulta pero no tiene más que rendirse. Como tantos otros, Alonso acabará la Semana Trágica en una celda a la espera de ser juzgado en consejo de guerra.