Es, no podía ser otro en un pueblo tan pequeño, Angélico, vuestro altruista casero. Os hace señales para que os detengáis y no encontráis excusa para no hacerlo.

-A vosotros os buscaba yo- os dice, agarrándose las rodillas mientras recupera el resuello-. ¿Se puede saber quiénes sois?

Intentas mantener la inexpresividad.