Fingís esperar dócilmente la llegada del guardia civil hasta que, al ponerse a pocos metros de vosotros, y antes de que complete el movimiento de alzar su fusil contra vosotros, Alonso desenfunda su pistola y encañona al pobre hombre. El guardia rural es todo temblores y tartamudeos.
-¿Quién le envía a por nosotros?- preguntas. Se apresura a responder, sin ganas de que interpretéis cualquier titubeo como un gesto hostil.
-Gobernación- confiesa-. Me llamaron del Ministerio para detener a tres forasteros que se acercarían a las bombas.
-Pues aquí tiene vuesa merced la bomba- señala Alonso-. Haga con ella lo que se le antoje.
-Pero antes…- interrumpe Julián, sacando unas bridas de su equipo. En pocos segundos el agente está completamente inmovilizado, sin entender quiénes sois ni estar remotamente cerca de llegar a imaginarlo.
-Hemos atado y amordazado a un guardia civil junto a una bomba atómica- observa Julián-. Y yo que creía haberlo visto todo en el SAMUR.
-Los americanos se acercan- hace notar Amelia-. Lo encontrarán y lo liberarán. Para entonces nosotros deberíamos estar cerca de localizar a los ladrones de los circuitos robados de este aparato.
-Diréis las entrañas de este engendro.- gruñe Alonso.
Os concentráis en las huellas dejadas en la tierra y partís rápido en busca de los ladrones