Llegáis a la carretera asegurándoos de manteneros fuera de la vista de los hombres a los que perseguís. Os impacientáis, no viendo ningún vehículo por ahí y pensando en que puedan reparar la rueda y retomar su camino. Finalmente llega uno, y Alonso le sale al paso mostrando su identificación del Ministerio.

-¡Somos funcionarios del Estado!- dice sin mentir-. ¡Necesitamos su vehículo!

Montáis y avanzáis, acercándoos poco a poco a vuestro objetivo.

-Esperaba otra forma de transporte.- le confía Julián a Amelia, ambos escondidos en la parte de atrás. Su jefa impone su conocida profesionalidad.

-No podíamos esperar a que pasase uno de tu gusto.- le amonesta. El enfermero no se da por satisfecho.

-Ya, pero, ¿un carro de mulas?

-Silencio los dos- les manda callar Alonso, en voz baja-. Nos acercamos.

El soldado de los tercios detiene a las mulas junto al coche negro. Dos hombres, bien vestidos a las formas de los sesenta, se afanan sin mucho éxito en cambiar la rueda.

-¿Puedo ayudarles, señores?

-Largate, paleto- refunfuña uno, sin mirarle si quiera a la cara-. No sabrías ni por donde empezar con un coche como este.

Alonso saca su pistola y, con un disparo limpio, revienta otra de las ruedas, imposibilitando toda alternativa de huida.

-Pues era por aquí por donde pensaba empezar- les dice, ahora que ha conseguido atraer su atención. Julián y Amelia bajan de un salto del carro-. Y como no hagan lo que mis compañeros les pidan, van a comprobar que esa no era mi última bala.

-Ustedes han robado algo de la bomba que cayó en ese sembrado- aborda Amelia, sin miramientos-. Devuélvanlo.

-¿Pero cómo…?- se le escapa a uno. El otro le hace callar.

-Nosotros no tenemos nada.- asegura. Julián niega con la cabeza.

-No están en disposición de mentirnos- hace ver-. ¿Prefieren que lo busquemos nosotros y jugarse enfadar a nuestro amigo? Le hemos visto disparar a blancos más difíciles y que le habían ofendido menos.

Ambos recapacitan un momento.

-En el maletero.- confiesa uno finalmente. Ahí lo encuentras. Un conjunto de microchips y cableado de configuración indescifrable que puede servir para crear el arma más nefasta que ha construido la Humanidad. Os hacéis con el material robado sin perder de vista a vuestros prisioneros.