Decidís por unanimidad desobedecer vuestro juramento como guardianes del tiempo.
-La turbina está absorbiendo todo alrededor- estudia la situación Julián-. Puede llegar a succionar al piloto si no conseguimos liberarlo.
Alonso coincide con su valoración.
-Ese motor ha enloquecido. Acelera y decelera, no podemos anticipar cuándo engullirá al piloto… o a nosotros.
-Tenemos que sacarlo de ahí cuanto antes- grita Amelia, intentando hacerse oír sobre el estridente rugido del avión.
Más adelante, cuando recuerdes esta misión, evocarás con orgullo como, en medio de una misión de implicaciones inimaginables, fuisteis capaces de arriesgarlo todo por ayudar a una única persona.
-Alonso, ¿tienes tu daga?- le solicita Julián-. Si uno de nosotros se acerca al piloto, podría cortar las ataduras de su paracaídas y arrastrarlo hasta un lugar seguro.
Alonso confirma que ha traído su arma, mostrándola bajo su chaqueta.
-¿Es muy resistente ese endiablado motor?- aporta él-. Si nos aproximamos lo suficiente y arrojamos uno de esos pedazos de chatarra, haríamos que se detuviera. Ese intrépido soldado estaría entonces a salvo hasta que arribasen los suyos.
-Ese motor no puede mantenerse activo para siempre- valora Amelia-. Ha de estar necesariamente dañado, y el combustible no tardará en agotarse. Sugiero que esperemos a que se detenga; lo contrario nos pondría en un gran peligro.
– ¿Os acercáis para liberarle?