-¿Conmigo?- desconfías-. ¿Qué artimaña es esta, bruja?
-Necesito a alguien como tú a mi lado, Alonso- su voz se relaja, pero su arma no deja de apuntarte-. He sabido salir de más de una situación comprometida, pero con un guerrero de tu altura a mi lado nada nos podría parar.
Aprietas los dientes, furioso.
-¿Es así como me veis?¿Como un acero a sueldo?
-No eres un acero a sueldo- para tu sorpresa, la traidora baja la pistola-. Eres un patriota, Alonso. Yo, una idealista. El Ministerio te pide que asistas a la caída del Imperio por el que tanto luchaste. Que bailes alrededor del cadáver de tu país. Podemos hacer que todo sea distinto. Trabajemos juntos. Demos a España la fuerza de ser grande, y a los españoles, motivos para estar orgullosos. Un país grande y honorable guiado por líderes dignos de ser seguidos. ¿No es eso por lo que has luchado toda tu vida?
-La Historia es la que es.- repites una de las máximas del Ministerio del Tiempo, no queriéndote dejar embaucar. Lola no se altera.
-Eso es lo que te han dicho, Alonso. Pero ni siquiera es tu Historia. Es el futuro para ti. ¿No deseabas luchar para que el futuro de tu país fuera brillante? Es eso lo que te ofrezco.
Piensas en cada palabra de esta manipuladora. Sabes de lo que es capaz, pero lo que defiende es aquello por lo que desearías que el Ministerio del Tiempo trabajase. Por un instante, piensas en todos los errores que se podrían corregir si una mano guiase con prudencia y buena fe la Historia de España.