-Tú eres como yo, Amelia- te dice-, tú más que nadie tiene que entenderme. Por supuesto saco beneficio de acciones como esta, pero persigo un plan mayor.

-¿Reescribir la Historia?- dices, con un deje de sarcasmo. Ella asiente.

-Una Historia que merece ser reescrita- añade-. Lucháis por preservar injusticias, por salvaguardar a tiranos, por cronificar males y prejuicios que han envenenado nuestro país por siglos. Quiero que te unas a mí, Amelia- dice finalmente-. Juntas seríamos imparables. No me hagas creer que no desearías que muchos de los hechos históricos, por cuya preservación tan tercamente luchas, hubieran sido distintos. ¿Sabes qué, Amelia? Pueden serlo. Tú puedes luchar para que tiranos sean castigados, para que guerras inútiles no se produzcan, para mitigar enfermedades y evitar el hambre. Tienes un gran poder ante ti. Si no luchas contra todo ello, serás cómplice de cada injusticia que leas en tus libros de Historia.

-No somos quienes para decidir cómo tiene que ser esa Historia.- razonas

-Sí lo somos, Amelia- te corrige-. Nosotras, junto con tantos y tantas españoles y españolas que se sacrificaron por el progreso, por la igualdad, y que fueron perseguidos, castigados, repudiados. Muertos y arrojados a una cuneta. Olvidados por esa sacrosanta Historia por la que te estás jugando la vida y la conciencia. Trabajemos juntas, Amelia. Demostremos que Destino es sólo una palabra.

Guardas silencio. Tienes que admitir que Lola ha verbalizado pensamientos que te atormentan desde que entraste en el Ministerio. ¿Y si tiene razón? Tal vez las Puertas del Tiempo deban ser una herramienta de cambio, de mejora. Luchar por mantener todo igual ha sido uno de los grandes pecados españoles. Has de decidir, y la decisión que estás a punto de tomar va a determinar el resto de tu vida.