Sin desear perder un sólo instante, sacas de tu mochila la bomba que te dio Lola Mendieta y la pones junto al motor, buscando encajarla en un recoveco que amplifique la onda expansiva. Basta dar a un botón para que se inicie la cuenta atrás.

-¡¿Qué haces ahí?!- en el marco de la puerta aparece uno de los marineros, atónito por tu presencia aquí.

Señalas la bomba con la mirada.

-Morir contigo, si no salimos corriendo ahora mismo

El marinero abre los ojos de par en par al comprobar el alcance de la situación.

-La hostia puta.- lo resume prosaicamente, y sale corriendo. Su voz de alarma hace que todos los tripulantes huyan del navío, ayudándose unos a otros cuando es preciso. El caos te permite escabullirte sin interferencia, y reunirte con tus compañeros. Juntos os parapetáis tras unas sólidas cajas de madera.

-Ahora, a esperar.- dices. Y no es por demasiado, pues a los pocos segundos, con los franquistas más preocupados por salvar su pellejo que por la grandeza nuclear de España, la bomba de Mendieta explota junto al motor, sirviéndose de su combustible para crear una bola de fuego que ilumina la noche de Palomares. El segundo susto del día para estas buenas gentes que, por fortuna, quedará relegado a un accidente en un barco de pescadores que quedará olvidado bajo la relevancia de lo ocurrido esta mañana en estos mismos cielos. Todo un éxito en el expediente del Ministerio, en vuestro propio currículum y, quizá, también en la carrera de Lola Mendieta, la más peligrosa enemiga a la que os habéis enfrentado