Cthulhutech: Madrid 2085
Hace unas semanas ha caído en mis manos el más hablado que esperado juego de Edge Cthulhutech.
En Cthulhutech se nos presenta un mundo extraño, ni completamente basado en los mundos de H.P. Lovecraft ni completamente basado en el Manga tipo Evangelion, sino que es una extraña mezcla entre ambos géneros. No digo que la mezcla sea mala, digo que es extraña.
Habrá tiempo para que dé forma a una pequeña valoración de Cthulhutech, tanto en su sistema como en su embientación como en su edición, pero lo que os ofrezco ahora es el desarrollo de un pequeño escenario de juego para el mundo de Cthulhutech, para que nuestras partidas se puedan ambientar en la España de finales de un siglo XXI en el que la Humanidad se enfrenta a los mayores peligros de su Historia. Concretamente centraremos este escenario en Madrid, una de las ciudades más importantes del Estado Ibérico y en la que se ha concentrado gran parte de la población tras numerosas derrotas en una guerra que parece cada vez más difícil ganar. En este entorno de esperanza y horror podréis ambientar la aventura de Cthulhutech que os ofreceremos en Saco de dados este mismo Viernes.
Pero ahora, veamos cuál es el futuro de nuestra civilización:
Cthulhutech, España 2085
La celebrada eliminación de fronteras de la mano del surgimiento de las Nuevas Naciones Unidas exigió una reconfiguración de las políticas nacionales y de la organización administrativa en todos los países de la Tierra.
Este cambio, en una Europa acostumbrada a un protogobierno unitario, fue menos traumático.
España y Portugal se estructuraron en el llamado Estado Ibérico, que contó en sus primeros años con una triple capitalidad; Lisboa para la provincia occidental, Madrid, para la provincia central y Barcelona para la provincia oriental. Como sede del gobierno central se optó por Toledo, buscando una neutralidad que solo estaba sobre el papel, pues el crecimiento de ambas ciudades hacía de Madrid y Toledo casi una misma urbe. Con todo, resultaba práctico en la articulación de la defensa del territorio que el gobierno se ubicase en el centro geográfico del país.
Esta organización política mostró su eficacia mejorando el nivel de vida de los ibéricos, perfeccionando la hábil explotación de sus recursos agrícolas y permitiendo una respuesta rápida y bien orquestada ante cada ataque que la Península Ibérica sufriese mientras la división en provincias servía para implantar una nueva burocracia en el unificador inglés al tiempo que se preservaban las lenguas autóctonas.
Por desgracia, el espíritu de unidad que en otro momento hubiese garantizado la prosperidad de todo un pueblo, no bastó para que las Nuevas Naciones Unidas y el Estado Ibérico conservasen todos sus territorios.
La primera pérdida fue la de las Azores, y con esta se inició una serie de derrotas que casi hacen que toda la Península cayese en la condena de la conquista y la esclavitud.
La invasión comenzó con apariciones de profundos en las costas y encuentros de los pescadores y marineros con diversos seres del mar hasta entonces desconocidos. Varios barcos desaparecieron y sus últimas peticiones de ayuda hablaban de criaturas nunca vistas con mandíbulas capaces de desgarrar por igual el acero de los navíos y la carne de los hombres. No se tomaron las medidas que se deberían, las NNU estaban más preocupadas por la reconquista de Europa del Norte, y esa imprudencia provocó la pérdida de las Islas.
En un día de Septiembre, de un momento para otro se cortaron las comunicaciones con las Azores. Ni una sola señal llegó desde sus templadas costas, más allá de negras columnas de humo que venían de sus ciudades. Las aeronaves que se mandaron desde Lisboa, Canarias y Madeira tuvieron que huir o fueron abatidas y las fuerzas que se enviaron los primeros días se encontraron con potente fuego de artillería e imposibles hechizos que casi desgarraban la realidad a su alrededor. A día de hoy poco sabemos del destino de lo ocurrido en la Caída de las Azores a mano de los Dagonitas. Con toda probabilidad todo hombre, niño o anciano fue asesinado o sirvió de alimento para los engendros abortados por las profundidades, mientras las mujeres servirían como madres de una nueva generación de híbridos. Las más afortunadas morirían al dar a luz o al ser violadas.
La Caída de las Azores melló la moral del Estado Ibérico más de lo que muchos quisieron reconocer. Los antiguos Portugueses vieron su orgullo dañado, y cada una de las oraciones que se alzaron desde ese día recordaba a sus hermanos caídos y prometía recuperar las islas. Pero fuimos imprudentes e impulsivos.
Las Flotas de las Canarias y del Cantábrico se movilizaron, agitadas por los apremiados líderes de la cocapital lisboeta, para lanzar un ataque definitivo contra las Azores. Se buscaba una reconquista rápida que pusiese freno a los ataques que, desde esas islas, asolaban las costas europeas y africanas, pero las fuerzas enemigas fueron menospreciadas y el 80% del ejército asaltante fue destruido, gran parte de él sin poder siquiera abrir fuego. Los últimos buques y mechas que se retiraron, dañados y cargados de heridos, tuvieron tiempo de ver algo aterrador. Una nueva armada, poderosa y apoyada por inconcebibles monstruos marinos, se dirigía a las Islas Canarias, que ahora estaban sin protección. El día que precedió al ataque fue de un caos increíble; las Fuerzas Africanas y europeas que se pudieron movilizar eran, a todas luces, insuficientes para detener el ataque Dagonita. El cielo se llenó de aeronaves que trasladaron a los refugiados. Barcos civiles cubrían el mar, y muchos se perdieron ya sea por los nervios de sus capitanes inexpertos o por el ataque de la avanzada de los adoradores de Dagón. En pocas horas las comunicaciones se llenaron de gritos e inútiles llamadas de auxilio de los últimos supervivientes. Si alguien consiguió huir después de que el primer Profundo pusiese sus repugnantes pies palmeados en las Islas Canarias, su testimonio se considera, aún años después, secreto de estado.
Con el Norte de Europa asolado por los Migou, Asia bajo la zarpa de Tormenta Devastadora y América con varios frentes abiertos, el Estado Ibérico tuvo que concentrarse en la defensa de sus costas, postergando (para muchos indefinidamente) la reconquista de los archipiélagos. La Armada lanzó cargas de profundidad y el ejército de muchos Estados mediterráneos (el viejo mar interior seguía en manos de los Hombres, quizá porque los Dagonitas no se sentían a gusto en sus cálidas aguas, quizá por algún plan desconocido y espantoso) reforzaron la línea de defensa atlántica Francesa, Ibérica y Africana. Las defensas del antiguo Marruecos resistieron con astucia y determinación, y en los momentos más duros de la batalla su ejemplo y braveza es citado en cada trinchera en la que moral flaquea. Iberia y Francia no corrieron la misma suerte. Debilitados por el fracasado intento de reconquista de las Azores, sus costas fueron asediadas y algunas ciudades cayeron, esclavizados sus habitantes.
Desde la Península de Bretaña hasta el Algarve portugués las defensas fueron cayendo y enloquecidos profundos e híbridos elegidos por su fiereza fueron ocupando la costa europea del Atlántico al tiempo que Mechas dagonitas de blindaje viscoso surgieron de las aguas para reclamar nuevos territorios. Tras duros meses de batallas continuas, los esfuerzos del ejército Ibérico se concentraron en trasladar a los refugiados cuyas ciudades habían caído o por las que ya nada se podía hacer. Muchos valientes hombres y mujeres murieron resistiendo lo suficiente como para establecer y asegurar nuevas líneas de defensa, fortificando y militarizando las ciudades de Logroño, Ponferrada y Mérida, de cuyo valor tanto se ha hablado desde entonces.
Todo el Norte español fue conquistado o reducido a ruinas pantanosas, y aunque se sabe de la existencia de grupos de resistencia en las montañas, están aislados, mal pertrechados y apenas comunicados. Los dagonitas llegaron a ocupar la costa atlántica de Andalucía, pero fueron expulsados de Cádiz tras no pocas pérdidas y Huelva fue recuperada, aunque la ciudad se encontró vacía de las supervivientes que presumiblemente han servido de animales de cría para los depravados seguidores del dios marino.
Tras esas postreras victorias, la guerra se detuvo y los ataques sufridos por la Península desde entonces han sido continuos, aunque demorados en el tiempo y las defensas organizadas con maestría y prudencia han sabido devolver a los atacantes a las oscuras dimensiones de las que proceden.
Cierta prosperidad ha regresado con el tiempo a esta España mutilada. Para su mejor defensa y gracias a los avances ofrecidos por la arcanotecnología, la mayor parte de la población ibérica se ha concentrado en los principales núcleos urbanos, que tan rápidamente han crecido gracias a la casi mágica ingeniería de la arcología.
Castilla, Levante y Andalucía son el granero del Estado gracias a la automatización de los campos, atendidos por una escasa población rural formada por una heterogénea mezcla de valientes, imprudentes y resignados.
Cthulhutech: Madrid, 2085
Madrid ha recuperado, tras la caída de Lisboa, la preponderancia como principal ciudad ibérica. La arquitectura arcóloga ha alcanzado aquí uno de sus máximos exponentes en Europa, y sus finas líneas se recortan, elegantes, en el llano paisaje de la meseta.
La nueva población Nazzadi, perfectamente integrada, ha mostrado su fascinación por la forma de ser íbera, lo que queda evidenciado en su emergente cultura, explícitamente inspirada en el folklore latino que reivindican como propio, y en las características rúbricas de los blancos tatuajes de los Nazzadi ibéricos.
Gran parte del patrimonio perdido en la Primera Guerra Arcanotec ha sido recuperado, restaurado o cuidadosamente reproducido y ha vuelto a ser centro de atención de los amantes del arte de este convulso siglo.
La valorada alcaldesa Nazzadi Natmy ha apostado por el crecimiento de la ciudad y ya ha comenzado la construcción de gigantescos barrios subterráneos con parques interiores de altos techos abovedados y anchos boulevares dedicados al esparcimiento de sus ciudadanos y al desarrollo de su economía.
Pero no todo es positivo en esta ciudad. Son habituales los ataques de mechas aeropropulsados, ya sean de bandera dagonita o migou y los muertos en sus ataques se cuentan en docenas cada año.
Tras la construcción de la nueva ciudad mucha de la población emigrante que vino de la centralización ha comenzado a quedarse sin empleo y mal vive de los subsidios que ofrece el Estado. Esto se añade a que la construcción del Madrid subterráneo se ha visto enlentecida oficialmente por la falta de recursos, aunque algunos hablan de que algo que debería permanecer enterrado ha sido encontrado.
Incluso la población refugiada y desplazada de las costas atlántica y cantábrica, en principio recibida con vítores y comprensión, ha ayudado a superpoblar la ciudad, y son muchos los rumores de que entre ellos hay dagonitas sibilinamente infiltrados e híbridos y mutantes de blasfema ascendencia. Muchas redadas contra devotos de Dagón han sido ocultadas para evitar empeorar la segregación y el rechazo entre la nueva y la vieja población madrileña.
Solo por dar un toque de humor a tan devastador futuro… ¿Raquel Meroño o sus descendientes son Dagonitas?
Manda narices traducir Innsmouth como Imboca y plantarlo en Galicia. La de cosas que hay que olvidar en la vida y la película Dagón es la primera de ellas