Walpurgis. El retrojuego de rol de fantaterror
Analizamos hoy un juego español de temática curiosa y formato atractivo. Se trata de Walpurgis, el retrojuego de fantaterror.
El fantaterror, para aquellos que no les guste el cine o que les guste demasiado, es un género de los años 60-70-80 que en España e Italia reprodujo, con mucha pasión, efectismo y cierto toque erótico, y pocos complejos y presupuesto, el género de terror y ciencia ficción que llegaban a nuestros cines desde EEUU e Inglaterra. Género al que nombres como Jess Franco o Paul Naschy vienen irremediablemente vinculados.
Walpurgis es un juego de rol de pequeño tamaño, diseño apaisado, casi cuadrado, unas doscientas páginas en blanco y negro y tapa dura. La maquetación es sencilla y correcta y las ilustraciones son- sino me equivoco- portadas de películas; sin duda atractivas, pero demasiado oscuras en su conversión a la escala de grises. Un librillo majo, pero algo caro a los 18 €uros que cuesta.
Este juego de rol usa el llamado sistema 2Dx, en el que las características vienen marcadas por un tipo de dado -d4, d6, d8, d10 ó d12-. Al hacer uso de una habilidad, tiramos los dados, sumamos el resultados y añadimos el valor de la habilidad puesta a prueba. El resultado final lo enfrentamos a la dificultad y comprobamos si hemos tenido suerte.
Los personajes a nuestra disposición vienen definidos por los arquetipos presentes en estas películas. Hay gran variedad de ellos, pero son muy limitantes a la hora de crear el personaje, pues definen los valores de las características. Esta pega no pasa de ser un problema menor al estar diseñado este juego para partidas cortas y autoconclusivas.
Mi punto favorito a favor de este juego son las cinco partidas creadas para ser jugadas. Algo muy interesante en tanto estamos ante un género del que la mayoría de nosotros conocemos muy superficialmente. Las aventuras son interesantes, con tramas tan previsibles y atractivas como demanda el género.
La peor parte del juego, a mi parecer, es la falta de análisis del género que nos ocupa. Se dan por buenas unas pinceladas iniciales de qué es el fantaterror, sin ahondar como se debería en características definitorias y clichés. Nuevas pinceladas se añaden en el texto a lo largo del libro, al definir personajes, monstruos y en las aventuras, pero agradecería un apartado más amplio para presentarte eso de lo que estamos hablando. Tengamos en cuenta que este es un juego sin trasfondo más allá del “vamos a jugar partidas basadas en películas de serie C”. De acuerdo, pues explicadme bien qué son las películas de serie C. Sería igual que si se hace un juego basado en el género Quinqui -¡por dios, que alguien haga ese juego!- y la presentación se limita a decir que son películas de delincuentes barriobajeros en los años 70. No, es mucho más que eso, y el desarrollador del juego -sin duda un enamorado del género- podría haber dedicado unas páginas a hablarnos de ello.
Con este tipo de juegos de género siempre acudo al Fragmentos, un juego estupendo que rinde sentido homenaje a las películas de terror analizando los subgéneros existentes -o al menos aquellos a los que va a prestar atención-, describiendo no sólo sus características y sus clichés, sino las reglas por las que funcionan los protagonistas inmersos en esas historias. Fragmentos lo consigue economizando texto -también es un libro de poca extensión-, pero al lector le deja claro a qué está jugando y le despierta el deseo de adentrarse en ese campo artístico, conociendo y queriendo sus muchas limitaciones. De nuevo con mi ejemplo del quinqui, una presentación deficitaria nos podría llevar a jugar una aventura de atraco a un banco como un “Ocean’s Eleven”, ignorando la crítica social, la desesperanza y el retrato urbano que pretendían los directores; ¿es interesante jugar algo más épico, cómico o luminoso? Sin duda, pero no debería ser lo que encontrásemos en géneros tan definidos.
Otra pequeña crítica es el problema del humor. Espero no sobredimensionar algo que aparece poco en el texto y que no deja de ser una opinión personal, pero Walpurgis ocasionalmente hace chistes sobre lo que está contando o incluye personajes claramente paródicos. En mi opinión, no es el enfoque adecuado. Esos chistes se convierten en un dedo señalando y acentuando componentes del género, diciendo “¡Eh, mirad qué gracioso cómo hacían las cosas!”. Un lector medianamente inteligente percibe esas cosas sin necesidad de que se las señalen, y hacerlo desvirtúa el afecto a lo que se está tratando. La mejor forma de hacer parodia -quedó claro en Aterriza como puedas- es acudir a los clichés y exponerlos en tono serio y solemne. En una de las aventuras de Walpurgis, por ejemplo, se habla de una historia de ciencia ficción en el que cuerpos espaciales patrullan el sistema solar de 1999. El texto inmediatamente te aclara que estamos en 2016, pero que se está hablando de cómo se imaginaban el futuro en 1960… ¡ya lo sé, ya me estoy dando cuenta! Es similar a las explicaciones burdas y a brocha gorda que aparecían en el Gran Héroe…. perdón, me he pasado. Walpurgis es un juego interesante, divertido de leer, escrito con afecto y conocimiento y los fallos que he reseñado son detalles subjetivos, apuestas del autor que a mi no me gustarán, pero que seguro que seducen a lectores más entendidos que yo, y Gran Héroe es broza. Dadle una oportunidad a Walpurgis si encontráis alguna rebaja y no os acerquéis al Gran Héroe.